sábado, 27 de enero de 2007

En enero

Días de sol frío, de frío cortante. Estos días de frío me recuerdan la última frente de mi madre, el último beso que le dí en su frente. Frío.
Cuando niño, mi madre me daba la mano y me decía, hijo, que calentita llevas la mano, y yo miraba para arriba y sonreía, después metía nuestras manos en el bolsillo de su abrigo marrón y paseábamos por el mercado, y nos parábamos en la carnicería y yo miraba como cortaban los filetes, veía las cabezas de los cerdos pegadas al cristal del mostrador y los cochinillos alineados, mirándome a la cara, con unos ojos, ay, inevitablemente muertos.
Ya no tengo las manos calientes. Desde que escribo, o tal vez antes, mis manos están frías, se debilitan con el frío, duelen los dedos adormecido al golpear las teclas, dedos escualidos y un poco huesudos. Arrugas prematuras en los dedos, manos que fueron de portero de fútbol, manos que con el frío, se vuelven blancas, pálidas, débiles, leves. La levedad de mi escritura.
Quisera volver a tener la mano grande de mi madre, con esas uñas como pétalos hermosos, esas manos que de niño, me calentaban los pies y que me decían "uy, que calentitas tienes las manos".

4 comentarios:

Lince dijo...

emociona leerte.
hasta me dan ganas de ser madre.

Alice ya no vive aquí dijo...

Todos hemos soñado alguna vez con esa perdida sensación que sólo la memoria puede traernos de nuevo.

Anónimo dijo...

me encanta tu blog. esta muy bien. pasate por el mio

Anónimo dijo...

me encanta tu blog. esta muy bien. pasate por el mio