lunes, 29 de septiembre de 2008

domingo, 28 de septiembre de 2008

El Mar (21 gramos)

El Mar, es vida y muerte, es cielo y tierra, es esperanza y desesperación, es alegría y tristeza, miedo e ilusión. El mar es el filo de un cuchillo y el borde de una pluma de colibrí. El Mar es inmensidad y escasez, tranquilidad y viveza. El Mar es un niño y un adulto, es una cuna o un tormento.
El Mar es un corazón que late, es un horizonte de ojos, es como una pupila inmensa. El Mar es el útero de todas las personas... El Mar es un cielo de agua...
Lo más emocionante es cuando se descubre que todo el Mar tan sólo pesa 21 gramos, justo el peso que dicen que tiene el alma de las personas, porque el Mar es el alma de la tierra, es el alma de cada persona que vive en la tierra.

martes, 16 de septiembre de 2008

Escribir porque sí

Escribo ahora, a estas horas de la noche. No, aunque lo parezca, esto no es otra declaración, aunque me descubriré un poco más, o quizá, bastante menos. Quien sabe, ya lo decía el principio de incertidumbre donde se esconde la música, la literatura, la escritura... El desfiladero donde van a morir los pájaros de mi cabeza, aunque tenga poco de ornitólogo. El día que me habra la cabeza, el cielo se nublará de aves.
No sé, no sé lo que escribo. Pero lo escribo.
Si me cortara un dedo, saldría una palabra, si me cortara los cinco, una frase, si me cortara la mano, escribiría un libro. Pero como decía una canción, "de los libros no se aprende" y me conformo con tener la luna en la mesilla como lampara de noche. Como lámpara de noche hasta que venga la muerte. "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos" (Pavesse) y será una dulce muerte, mientras tanto, riega mi vida con tus ojos, con tus labios, con tus manos, tus dedos, tus uñas, con tus pies y tus piernas, y yo, velaré la sombra de tu tripa, besaré el sur de tu ombligo, miraré con telescopio tus ojos y agarraré con fuerza el cacetín de la noche, que es tu calcetín.
Sigo sin saber lo que escribo, pero escribo.
Escribo porque me lo pide nadie. La musa ha muerto o nunca existió. O nunca vino a visitarme. Lo sublime tampoco existe. Lo sublime, tan solo, es un esfuerzo, como el amor. Aparte de un sentimiento es un esfuerzo, "el amor son tres flores que se riegan a diario" (Chaouen y no Ana Torroja). Y al final ¿qué?
¿Qué?
Contesta si sabes algo. "Solo sé que no sé nada". Y tampoco sé lo que es nada. Nada, nada, nada...
Sin embargo tú, mi amor, lo eres todo, todo, todo...

sábado, 6 de septiembre de 2008

Declaración

Mi nombre ya lo saben. Mi edad no importa. Y esto que titulo "declaración" quizá no sirva para nada.
Me gusta mucho ver los vencejos volar por la ventana de mi casa, me gusta ver los anocheceres en cualquier lugar, me gustan los ojos de la persona que me devolvió los primeros versos de mi vida. Me gusta mojarme cuando llueve y dormir arropado con su cabeza en mi pecho. Me gusta dormirme después de ella. Me gustan mis nuevas gafas de sol y no me gusta bajarme de un coche cuando llevo media hora de viaje. Me gusta leer y escuchar música. Mi escritor preferido es Francisco Umbral y mi libro "Mortal y rosa". Sobre la música, me gusta varios estilos.
También me hubiera gustado escribir mejor, componer música, saber más sobre las matemáticas, sobre las ciencias. Me gustaría viajar en tren a París y tener un velero para relajarme en el mar. Una nave inmensa como estudio de arte.
Me hubiera gustado ser mejor persona.
Pero soy como soy, y esta es parte de mi declaración, la otra parte se la dejo a quien quiera o quienes quieran continuar.

jueves, 4 de septiembre de 2008

Última apuesta

Fue su última apuesta.
Todo estaba preparado, la mesa de póquer, redonda, con el tapete verde, una lámpara sobre la mesa, al fondo, en una esquina de ese sótano una vieja televisión en blanco, un combate de boxeo, quizá repetido entre Mike Holifield y el potro de Chamberí. El whisky que no falte por supuesto, el tabaco, cada uno lo trae de su casa.
Fue, su última apuesta.
LLegó tarde. Su Renault 5 le falló en la rotonda de Cibeles. Sin más dilación, se bajó escrupulosamente de su vehículo y cogió el Metro en Banco de España. Muy a su pesar tuvo que gastarse un Euro en el billete, un euro del que tenía reservado para aquella partida de tahúres... Con soberana elegancia, sacó un cigarrillo del bolsillo de su chaqueta y le prendió fuego. Alguien, a su lado, le espetó:
-Por favor, ¿puede apagar el cigarrillo? Resulta un poco molesto el humo.
-Y a mi me jode tener que escuchar esa estúpida música en tu mierda de móvil.- y acto seguido, con una elegante sobriedad, pidió prestado el móvil de esa persona y apagó el cigarrillo en la batería del teléfono. Adiós muy buenas, esta es mi parada.
Fue, su última apuesta.
La partida empezó muy bien para él. Las diez primeras manos las había ganado sin utilizar el As que llevaba en la manga. Guardaba otro en los calzoncillos por si el de la manga le fallaba. Aunque en esta partida, no le iba a resultar posible utilizar esos dos ases. La baraja de esta partida tenia la peculiaridad que en su cara, tenía dibujados los personajes de Walt Disney. Pero la cosa empezó a ir mal. Sudaba como un gorrino, la música de Ricky Martin le ponía nervioso, por eso es por lo que lanzó efusivamente su petaca de whisky al aparato de música. Pero aún así, las cosas no mejoraro.
Fue su última apuesta.
Que sepáis, que desde mañana, un casino de las Vegas, va a llevar mi nombre.
Fue su última apuesta. Se jugó la vida y la perdió. Lamentablemente, ningún casino de las Vegas lleva su nombre. El único recuerdo que queda de él, es su Renault 5, en medio de la plaza Cibeles.
Desapareció con su última apuesta.