miércoles, 23 de enero de 2008

Como un delfín

Y como un delfín, así oía yo. Las ondas viajaban por el líquido amniótico emulando al Mar Mediterráneo y yo flotaba en su interior. Y como oye un delfín, así oía yo mi corazón, cual caracola varada en el agua, así oía yo el torrente de sentimientos que corrían por el cordón umbilical, culpable de la unidad que éramos mi madre y yo, de la simbiosis entre tierra y mar. (Entonces, mi madre, era como una sirena).
Pero las ondas, atravesaban la membrana que me protegía, y es entonces cuando yo escuchaba las manos de mamá acariciar su tripa y era capaz, incluso, de sentir su tacto, otras veces era papá el que tocaba la tripa de mamá o mi hermana, con su pequeña mano, con sus ondas casi diminutas, que les costaba atravesar las paredes de la matriz de mi madre.
Sin embargo, lo más emocionante, era cuando mamá salía a pasear y yo oía sus pisadas, me imaginaba el terreno, diferenciaba entre el suelo del Metro o el suelo de charcos del invierno, o las escaleras de casa, o la humedad en los pies de cuando se metía en la bañera. Y así, como un delfín en el Mediterráneo, me sentía yo en el seno de mi madre.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Debe de ser alucinante sentirse asi ojala nos pudieramos acordar de lo que sentiamos cuando estabamos dentro de nuestras madres. Un abrazo poeta.

Anónimo dijo...

sabes que cuando escribes estas cosas me emociono, increible mi vida tus manos son como el oro y tus palabras como susurros de libertad.


te quiere tu niña.un besote

Anónimo dijo...

la memoria de las entrañas tiene más fuerza q la del coco. me alegro que esas sensaciones que buscas y que evocas sean tan placenteras. un saludo.