lunes, 3 de septiembre de 2007

Mi ausencia #7

6 Agosto

Abstracto. Todo es abstracto. Una silla, una mesa, un sillón, un vaso de cristal. Una persona. Todo es abstracto aunque creamos lo contrario, aunque creamos que una persona, un vaso, una silla o una mesa sean algo concreto.
Lo concreto reside en nuestra mente y en nuestra imaginación, y creemos que una silla es nuestra porque la poseemos, porque la tocamos, porque somos capaces de manipular su forma, cosa que no es cierta. La que nos posee es ella, aunque ella no nos haya pagado, ni nos haya elegido. En el momento que creemos poseer una cosa, dominarla, somos nosotros los que pasamos a ser los dominados, los dependientes, porque necesitaremos de esa silla, y no de otra, necesitaremos de esa forma concreta para sentarnos. Del mismo modo ocurrirá con la mesa, o con el sillón, o con el vaso de cristal. O con la persona.
Lo que sucede con las personas, es que no se compran, ni se poseen, aunque haya otras personas que así lo crean.
La mejor forma de poseer las cosas es mentalmente, ya sea idealizada o real-izadamente, imaginándome esa cosa o esa persona, ilusionándome con ese pensamiento, llegando a interactuar con él, poseyéndome a mí mismo mentalmente.
Así pues, puedo transformar el fondo de la silla, depender de esa silla a mi antojo, y no para lo que generalmente determina una silla: apoyar mi culo en el asiento. Mentalmente, la puedo utilizar para colgarla en la pared, a modo de cuadro, o utilizarla como soporte para escribir, o nombrarla de mil maneras diferente, cambiándola de forma y de fondo, e ilusionarme en ese proceso, porque la ilusión sólo se tiene en el proceso, aunque después, en la realidad, vuelva a apoyar mi culo en el asiento, pero entonces, ya, me habría ilusionado sabiendo que tengo una silla en la que apoyar mi culo y no caer en picado.
Parecido ocurre con las personas. Puedo imaginarme a esa persona de mil maneras diferentes, en mil acciones distintas, en mil lugares variados, incluso, como con el objeto, puedo llegar a interactuar con esa persona. Ilusionarme, verme a mi mismo dentro de esa imaginación, basada en el recuerdo de esa persona.
Sucede que la ilusión te lleva a un sueño; un sueño a menudo irrealizable, a una ilusión, de la cual disfrutas mientras la diseñas en tu mente, mientras la idealizas, sabiendo de antemano que nunca ocurrirá como estaba diseñado, como te la imaginaste, por la sencilla razón de que todo es abstracto, idealizado, y una vez que lo abstracto se idealiza, suele variar el molde, romperse la ilusión del momento, pues la pasada, la de la creación, la del diseño, se esfuma, y muy de vez en cuando regresa.
Hay diversas formas de ilusión, que no todas desaparecen. Suelen ser aquellas que no tenías predeterminadas, que no diseñas, que no imaginas ni idealizas, ni posees mentalmente hasta que suceden. Son aquellos gestos, que independientemente de la interpretación, real-izada o idealidamente que demos, siempre ilusiona volver a recordarlos.
No sé si lo mejor es vivir de ilusiones. Lo que sí sé es que la ilusión, bien realizada, es un buen ejercicio para el alma. No sé si lo mejor es poseer las cosa mentalmente, lo que sí sé es que de esa manera no perturbas la libertad de las demás personas. Pienso que hay que amar el alma de los demás. El sexo es la consumación de amor del alma. Cuando dos almas se aman, dos cuerpos se juntan y se liberan.
El alma es algo muy complicado, lo más abstracto que existe junto a los sentimientos.

1 comentario:

Judit dijo...

Lo abstracto de todo se puede ver desde otra perspectiva, lo abstracto no esta en lo superfluo, tampoco en lo carnal, lo abstracto te acompa�a en los sentimientos...

Me ha encantao!

"El desenlace en inminente"