(Aún sin terminar)
Conocí a un tipo que decía que se había tirado a Betty Boop. No le creí. Fue aquella vez que aprendí dos acordes para la guitarra y que olvidé mientras esperaba un tren que nunca llegó y una chica que tampoco apareció.
Decía que la recogió en una carretera secundaria, una tarde de lluvia en su Cadillac descapotable mientras hacía autostop, y que acabaron la noche en vela en un motel de las afueras con las pupilas dilatadas y el baño girando. A la mañana siguiente le abandonó en un viejo Chrysler, "¡Joder!, tan amarillo, muchacho, como el pis que eché esa mañana".
Resultó ser un buen tipo aquel hombre. Tenía tantos cigarrillos en los bolsillos que corría el riesgo de salir ardiendo. Al final acabamos tomando unos tragos y viendo un combate de boxeo en una vieja televisión en blanco y negro. Dios santo, el boxeo de aquel púgil consistía en golpear con su cara los guantes del contrincante.