jueves, 18 de octubre de 2007

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Y yo ahí, sentado al final del pasillo, junto a la ventana entreabierta, sentado frente a la habitación número 69 de aquel motel perdido en la ciudad. Y fuera lloviendo. En el callejón como de película, que veía desde la ventana, la tapicería roja de un Chrysler descapotable terminaba de joderse. Mientras, al lado, en un viejo Ford Capri, una pareja de jóvenes no paraba de joder. Y mientras, yo seguía preguntándome qué coños hacía ahí sentado, mirando el número 69 de la puerta, borracho de absenta y escribiendo esto en mi libreta negra.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me fui sin despedirme, mi rumbo errado no terminaba de convencerme. Pero me seguiré paseando por aquí. Me encanta lo que escribes.
Besos.