Me desperté con frío y ganas de llorar. Me desperté pensando en mamá, en aquellas mañanas de colegio que me despertaba y me ayudaba a vestirme mientras apuraba los minutos de sueño. Y me acordé de aquella imagen, me acordé de ella, de mamá asomada a la ventana de la cocina, diciéndome adiós con la mano mientras yo iba al colegio, ya con 8 ó 9 años, creyéndome yo un hombre, o cuando iba al instituto. Ya los últimos meses, seguía girando la cabeza, pero nadie me decía adiós. La ventana de la cocina, se había quedado huérfana.
Esta noche, necesito dormir arropado, en posición fetal, como si estuviera en el útero de una rosa amarilla. En el útero caliente y protector de mamá.
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1 comentario:
Una ausencia demasiado enorme. Es jodida la nostalgia. Cuando sabes que no vas a poder saborear nunca más lo perdido con la frecuencia de la cotidianidad.
Te mando un abrazo enorme para intentar mitigar tu frío. Cuídate, niño.
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