jueves, 27 de marzo de 2008

Aquella chica

Estaba terminando de servirme un gin-tonic en el minibar de la habitación. Se acercó, me besó en la espalda y pasó su mano por mi sexo. Voy al baño, me dijo. Yo, me senté en el pequeño escritorio, desnudo, y me puse a escribir en mi libreta negra.
Me llamó, diciendo que fuera al baño. Cuando llegué, me pidió que me quedará allí. Y me senté en la taza del retrete, observándola con detenimiento, mientras se depilaba las piernas con la destreza que sólo ella tiene. Me miraba, se reía, deslizaba su cuerpo por la bañera, creando minutísimas olas alrededor de su cuerpo desnudo. Yo la miraba, la observaba, detenía mis ojos en su cuerpo y ella lo hundía bajo el agua. Sólo nos acompañaba el vaho del baño que se aferraba al espejo del lavabo.
-¿Te quieres meter?
-Me encantaría, pero llego tarde.
La besé, la besé con intensidad y salí del baño. Acabé mi gin-tonic, me vestí, y abandoné la habitación del hotel.
Olvidé mi libreta negra en el pequeño escritorio, pero su nombre..., tengo que volver a llamarla.

1 comentario:

ramon palmero dijo...

Yo no me hubiese ido yo me hubiese quedado a terminar la fiesta nada es mas importante. Un saludo poeta.