Nota: desempolvando mis recuerdos, que son los folios que escribo, encontré esto que pongo aquí. No es más que un viaje en el Metro, de los ya innumerables realizados, pero un viaje atípico, un viaje que me arrancó una sonrisa, me robó los ojos y el corazón desapareció en algún túnel. La memoria aún reciente, ay.
Patricia es una dulce militar, de cuerpo esbelto y aparentemente frágil. Patricia es una militar con cara de niña/ninfa, de ninfa niña. Patricia viaja en Metro con el macuto militar a su espalda y dos enormes maletas más. ¿Te ayudo? Sí, por favor. Sé que Patricia, va a viajar en tren a Málaga. Hice de porteador y de guía. ¿Cómo se va a la estación de Atocha? Recorrimos el Metro, recorrimos la estación, cargados con uniformes militares, ropas femeninas, botas de servicio y de tacón. Subimos escaleras cargados con maletas, busqué un carro, fuimos a sacar el billete. Hubiera estado toda la tarde con ella, la hubiera hecho recorrer todo el Metro por verla, pero las maletas pesaban mucho. (No sé si me volví a enamorar otra vez. Seguramente sí). Tuve que volver a donde tenía que ir (malditos compromisos), la dejé en la cola de los billetes, a la espera de ese billete a Málaga. Ella no sabe cómo me llamo, yo sé que se llama Patricia. Ahora estará sentada en un tren, camino de Málaga; o quizá, ya haya llegado. Militar ingenua y hermosa, elegante y esbelta. Patricia. Y cuando salgo de nuevo del Metro, el niño muerto me espera en Sol, mirando el reloj. Sí, llegué tarde y tal vez, no quisiera haber llegado nunca. (Creo que me volví a enamorar). Ay.
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1 comentario:
Me encantan esos (des)encuentros :-)
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