martes, 15 de mayo de 2007

De cuando mi alma conoció a la tuya

La menarquía del tiempo cubrió los pies de mi alma. Sangre nueva, sangre fértil, entre infantil y mujer, brillante. El destete de las urracas estaba teniendo lugar. Tal vez, algún gato, estuviera cazando palomas y yo solo soñaba con alcanzar tu aureola, sin conocerte todavía.
Cuando mi alma conoció a la tuya, una golondrina bebía sangre de la menarquía del tiempo en mis pies, una golondrina anormalmente blanca, que te miraba a los ojos, que te pintaba la córnea, que anidaba en tu pelo. Cuando mi alma conoció a la tuya, iba de la mano de un niño muerto, y el niño te miraba, sonreía, me decía en silencio "es ella, es ella", y entonces me acordaba de aquella primera novia perdida, aquella primera novia que nunca fue novia, de todas las que vinieron después que no fueron más que pasiones caducas, secas en mi frente cual gota de sangre de un Cristo crucificado. Y ahora viene tu alma, y me recuerda a todas ellas, y me limpias los recuerdos de mi frente, cual Virgen a su hijo, mezclando en un pañuelo el sudor del momento y la sangre seca del tiempo.
Crucificando palomas me paso el día mientras el niño muerto juega entre los papeles de mi mesa. Quizá, aquella extraña golondrina blanca fuera el esperma de mi alma, que fecundó la menarquía del tiempo en sus pies. Tal vez, el niño muerto venga de ahí, de cuando mi alma conoció a la tuya y la menarquía del tiempo sucumbió en mis pies.

2 comentarios:

Judit dijo...

Genial, subliiime(me encanta esta palabra)
Cada dia te mejoras un poco más...eres un genio!
un besooo

luna ortola dijo...

de niño a hombre, es precioso ver como creces, sabiendo que creces, siendo consciente de que tu alma existe, y regalandola como lo haces, eres un fenomeno