ELLA- ¿yo soy la dueña de tu corazón?
ELLA- ¿sólo?
ELLA- TE AMOOO
ELLA- de todo
ELLA- el protagonista y el causante de mis desvelos
ELLA- tu eres el culpable de mi libertad
ELLA- ¿te hago sentir sentimiento?
ELLA- ¿y eso?
ELLA- yo juego con las palabras que salen de tu boca
ELLA- te sientes mi sentimiento
ELLA- no siento lo que digo pero digo lo que siento
ELLA- eso son palabritas que se llevan dentro
ELLA- quiero ser vagabundo en tu cuerpo y perderme en la profundidad de tu mirada
ELLA- y yo soy misionera de tus labios por donde paseo, llévame muy lejos y hasta el infinito contigo, donde no nos molesten y estemos solitos, donde tus manos se convierten esposas para las mías
ELLA- te dejo ser mis sábanas para que por la noche puedas arroparme
ELLA- tu eres mi amanecer
ELLA- yo solo espero tenerte, estar rodeada de tus brazos, ser la niña de tus ojos, ser la culpable de la sonrisa en tu pensamiento
ELLA- me ahogo en el sabor de tu cuerpo
ELLA- desde que te vi, te quedaste grabado en mi mente
ELLA- y yo la niña que te levanta del derribamiento
ELLA- y la mía la de una madre al dar a luz a su primer chiquillo
ELLA- ya lo has hecho, desde aquel día bastó para grabarte automáticamente
ELLA- te has equivocado, están en mis ojos
ELLA- se me habrán escapado
martes, 29 de enero de 2008
sábado, 26 de enero de 2008
Una frase
Una frase de un último proyecto, un proyecto difícil, ambicioso, metafísico, sentimental y de sentimientos... (espero poder terminarlo y conseguir mi objetivo) |
miércoles, 23 de enero de 2008
Como un delfín
Y como un delfín, así oía yo. Las ondas viajaban por el líquido amniótico emulando al Mar Mediterráneo y yo flotaba en su interior. Y como oye un delfín, así oía yo mi corazón, cual caracola varada en el agua, así oía yo el torrente de sentimientos que corrían por el cordón umbilical, culpable de la unidad que éramos mi madre y yo, de la simbiosis entre tierra y mar. (Entonces, mi madre, era como una sirena).
Pero las ondas, atravesaban la membrana que me protegía, y es entonces cuando yo escuchaba las manos de mamá acariciar su tripa y era capaz, incluso, de sentir su tacto, otras veces era papá el que tocaba la tripa de mamá o mi hermana, con su pequeña mano, con sus ondas casi diminutas, que les costaba atravesar las paredes de la matriz de mi madre.
Sin embargo, lo más emocionante, era cuando mamá salía a pasear y yo oía sus pisadas, me imaginaba el terreno, diferenciaba entre el suelo del Metro o el suelo de charcos del invierno, o las escaleras de casa, o la humedad en los pies de cuando se metía en la bañera. Y así, como un delfín en el Mediterráneo, me sentía yo en el seno de mi madre.
Pero las ondas, atravesaban la membrana que me protegía, y es entonces cuando yo escuchaba las manos de mamá acariciar su tripa y era capaz, incluso, de sentir su tacto, otras veces era papá el que tocaba la tripa de mamá o mi hermana, con su pequeña mano, con sus ondas casi diminutas, que les costaba atravesar las paredes de la matriz de mi madre.
Sin embargo, lo más emocionante, era cuando mamá salía a pasear y yo oía sus pisadas, me imaginaba el terreno, diferenciaba entre el suelo del Metro o el suelo de charcos del invierno, o las escaleras de casa, o la humedad en los pies de cuando se metía en la bañera. Y así, como un delfín en el Mediterráneo, me sentía yo en el seno de mi madre.
domingo, 20 de enero de 2008
Sentimientos umbilicales
Dicen que desde que estamos en el útero materno cada persona tiene su propia manera de ser, de estar, de sentir, pero yo era mi madre y mi madre era yo. Eramos una unidad, estábamos en los mismo lugares, de forma interna y externa, sentíamos lo mismo, era un intercambio umbilical de sentimientos, que flotaban en el líquido amniotico de mi útero, eran ternura, delicadeza, pasión, sensibilidad, afecto, amor... flotaban como flores de loto en aquel líquido protector, que era como la transmisión de los brazos de mi madre, como un gran abrazo que me aportaba calor y al que yo respondía con compromiso.
jueves, 17 de enero de 2008
Colores
Pinto de colores pasados el recuerdo. Aquel abrigo marrón de mamá donde guardaba mi mano agarrada de sus pétalos, o la bolsa morada de la compra que ella cogía de un asa y yo de otra. Sus ojos marrones claros -claritos, que decía de pequeño-, el pelo cahoba, los labios pintados, la sonrisa de mamá, el jersey rojo que me hizo la abuela, y aquel chandal verde que compramos arriba, en el mercado.
Por fin empiezo a pintar el arco-iris de recuerdos. He dado un paso más allá, he salido del útero para regresar cuando quiera, pero sobre todo para darle color a la memoria. Ahora, un poco de amarillo y verde.
Por fin empiezo a pintar el arco-iris de recuerdos. He dado un paso más allá, he salido del útero para regresar cuando quiera, pero sobre todo para darle color a la memoria. Ahora, un poco de amarillo y verde.
lunes, 14 de enero de 2008
Nochebuena on the road
Subimos en el Chrysler musicalizado y emprendimos el rumbo sin un destino fijo. En la radio sonaban los Suaves, o AC/DC, o Tahúres Zurdos, o Medina Azahara. Recorrimos carreteras sin luces y pasamos por luces sin carreteras, paramos en un gasolinera a repostar y yo entré al restaurante. Encargué un cochinillo para celebrar la nochebuena y lo dejé encima del salpicadero del "Neon" musicalizado. Lamentablemente, el cochinillo duró poco sobre el salpicadero lleno de cartas de póker, de barajas españolas, de CD´s y de revistas de música. Al final, el cochinillo salió volando por mi ventana a la altura de Gran Vía porque el calor del animal empañaba la luna delantera de la discoteca móvil.
Decidimos entonces regresar a la gasolinera donde había comprado el cochinillo, donde una vez más me entraron ganas de cojer una piedra y estamparla contra el aparato de música y dejar de escuchar a Melody. Entonces eché de menos esos garitos de la ciudad, aquel garito donde Al dió su último concierto. Terminamos comprando sandwiches de pollo, una caja de cervezas sin alcohol y un par de botellas de ginebra y pocas latas de tónica. Esa sería nuestra cena de Nochebuena.
Cargados de víveres, emprendimos de nuevo el camino sin rumbo ni destino y acabamos en mitad de un campo, comiendo los sandwiches de pollo, bebiendo y hablando de música y de libros... fue entonces cuando decidimos componer una canción. Al, sacó su negrita del maletero, yo, saqué mi libreta y nos pusimos a ello.
-No nos movemos de aquí hasta que compongamos una canción- dije.
-De acuerdo.
Y pasamos el día de Navidad en mitad del campo, sin saber exáctamente donde estábamos, ya casi sin cerveza, sin ginebra y sin comida.
-¿Aún estará el cochinillo en el asfalto de Gran Vía?
-Es lo mejor que podemos hacer, ir a ver si sigue allí.
Y nos fuimos.
Decidimos entonces regresar a la gasolinera donde había comprado el cochinillo, donde una vez más me entraron ganas de cojer una piedra y estamparla contra el aparato de música y dejar de escuchar a Melody. Entonces eché de menos esos garitos de la ciudad, aquel garito donde Al dió su último concierto. Terminamos comprando sandwiches de pollo, una caja de cervezas sin alcohol y un par de botellas de ginebra y pocas latas de tónica. Esa sería nuestra cena de Nochebuena.
Cargados de víveres, emprendimos de nuevo el camino sin rumbo ni destino y acabamos en mitad de un campo, comiendo los sandwiches de pollo, bebiendo y hablando de música y de libros... fue entonces cuando decidimos componer una canción. Al, sacó su negrita del maletero, yo, saqué mi libreta y nos pusimos a ello.
-No nos movemos de aquí hasta que compongamos una canción- dije.
-De acuerdo.
Y pasamos el día de Navidad en mitad del campo, sin saber exáctamente donde estábamos, ya casi sin cerveza, sin ginebra y sin comida.
-¿Aún estará el cochinillo en el asfalto de Gran Vía?
-Es lo mejor que podemos hacer, ir a ver si sigue allí.
Y nos fuimos.
miércoles, 9 de enero de 2008
Proceso de creación (IV)
Pues nada, un par de versos más. Creo que se trata de un poema infinito, como el presente contínuo infinito.
Mientras, nuestros párpados, cual mariposas de una extraña raza, copulan a distancia al ritmo de las flores o de los sueños, al compás del perfume del sexo.
Has de saber que alimento mi corazón con gotas de tus labios, y que lo voy disfrazando de un color azul.
Mientras, nuestros párpados, cual mariposas de una extraña raza, copulan a distancia al ritmo de las flores o de los sueños, al compás del perfume del sexo.
Has de saber que alimento mi corazón con gotas de tus labios, y que lo voy disfrazando de un color azul.
lunes, 7 de enero de 2008
Mis presentes continuos infinitos
Creo que todo lo pasado ha merecido la pena, pero no creo que todo lo presente sea una consecuencia merecida de lo pasado. Nada depende de nada. Todo es un presente contínuo, o mejor dicho, varios presentes contínuos.
Mientras se recuerden esas cosas, se están viviendo. Algunas llegarán a su fin, otras, serán un presente contínuo infinito, como el amor de madre, como mi infancia, como el calor del útero, como la mirada de mi padre, como la vigilancia de mi hermana.
Y hay un presente contínuo infinito del presente, que es como una especie de sentimiento, que son esas amistades que hacen que te olvides de todo y a la vez sigas recordando esos presentes contínuos infinitos haciéndoles, incluso, partícipes de ellos. Algo así como compartir una misma infancia con la única diferencia de la edad. Es un presente con nombre abstracto: amistad. Es un presente con nombres propios: Marisa, Alberto, Ana, Ramón.
Pero hay otro presente contínuo infinito del presente. Un presente que va camino de cuatro meses, un presente que se llena de alegría, de ilusión, de un compromiso mutuo y del deseo de ser libertad, porque como dijo Platón "mientras se desea no se posee". Es un presente con nombre abstracto: amor, que es a la vez acción y contemplación, audacia y prudencia, virilidad y feminidad. Es un presente con nombre propio: Sandra, mi faro de Alejandría, guía de la libertad de mi alma.
Mientras se recuerden esas cosas, se están viviendo. Algunas llegarán a su fin, otras, serán un presente contínuo infinito, como el amor de madre, como mi infancia, como el calor del útero, como la mirada de mi padre, como la vigilancia de mi hermana.
Y hay un presente contínuo infinito del presente, que es como una especie de sentimiento, que son esas amistades que hacen que te olvides de todo y a la vez sigas recordando esos presentes contínuos infinitos haciéndoles, incluso, partícipes de ellos. Algo así como compartir una misma infancia con la única diferencia de la edad. Es un presente con nombre abstracto: amistad. Es un presente con nombres propios: Marisa, Alberto, Ana, Ramón.
Pero hay otro presente contínuo infinito del presente. Un presente que va camino de cuatro meses, un presente que se llena de alegría, de ilusión, de un compromiso mutuo y del deseo de ser libertad, porque como dijo Platón "mientras se desea no se posee". Es un presente con nombre abstracto: amor, que es a la vez acción y contemplación, audacia y prudencia, virilidad y feminidad. Es un presente con nombre propio: Sandra, mi faro de Alejandría, guía de la libertad de mi alma.
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